viernes, 29 de abril de 2016

El cuerpo del dolor

Si no enfrentamos o reconocemos las emociones negativas por miedo a sentirlas no podremos liberarnos de esta. Cada emoción va dejando un rastro de dolor que vamos acumulando desde la infancia. Este mecanismo de defensa se convierte en el patrón que rige nuestro inconsciente, manifestándose en diferentes tipos de estados como la ira, ansiedad, rabia, tristeza, molestia física, etc...
Todos estos vestigios de dolor que vamos acumulando y que no vamos aceptando y soltando dejan un rastro de dolor en nuestro cuerpo. No solo se hace referencia a las emociones cargadas de la infancia sino todas las que fuimos acumulando durante el tiempo que vamos creciendo, la mayoría de ellas creada por el ego.
Cuando una persona carga consigo un dolor muy pesado, este le servirá como impulso para lograr su despertar. debido a que ya no tolera más su infelicidad y su motivación crece.
Este cuerpo del dolor se alimenta de energías de su misma calidad, como miedo, pensamientos negativos, el drama, la ira, la queja, la critica... busca periódicamente la infelicidad y la negatividad.
Muchas veces cuando nos llega la infelicidad, tratamos de ponerle fin al evitar sentirla y buscamos a los otros para hacerlos tan infelices como nosotros, buscamos alimentarnos de las reacciones emocionales negativas.

Existen dos tipos de cuerpos de dolor, latente o activa.
Latente es cuando esta dormido el dolor y no lo sabemos, solamente cierto tipo de situaciones lo activan lo hacen salir a la luz.
Activo es cuando la persona siempre esta muy alerta al dolor que le puedan causar los demás.
El mecanismo de funcionamiento del dolor se alimenta de pensamientos negativos, sintiendo el ánimo negro, con angustia, pesadez, ansiedad, depresión. La voz de la mente se sumerge en la negatividad sobre sí mismo, las personas, los eventos del pasado, presente y futuro, la voz culpa, se imagina, reniega, duda, se queja, nos identificamos con la esta y creemos los pensamientos distorsionados, como una adicción a la infelicidad. Inconscientemente estamos generando alimento para el cuerpo del dolor, y vive a través de nosotros, establenciendo un circulo vicioso entre nuestro dolor y nuestros pensamientos, generando cada vez más pensamientos.
Tiempo después ya satisfechos el cuerpo del dolor puede llegar a dormir nuevamente, dejando rastros de agotamiento y cansancio. Todo este tipo de dolor se obtiene en las relaciones de manera inconsciente, el dolor de la otra persona quiere activar el nuestro para asi juntos alimentarse, por ejemplo una persona profundamente inconsciente cuyo dolor se abastece de la violencia, suele dirigir esto hacia su familia, Cuando recupera la sobriedad su arrepentimiento es auténtico y promete no volverlo a hacerlo, sin embargo, la persona que lo promete no es la agresora a menos que se haga consciente se su propio dolor.
Todas las personas cargamos un cuerpo del dolor, cuando no somos conscientes de ello proyectamos nuestros miedos y nuestras reacciones hacia los demás, sin darnos cuenta de cuan infelices somos.
Para liberarnos del cuerpo del dolor:
Hay que aceptarlo, reconocerlo y estar muy presentes cuando aparece para llevarlo a luz de la consciencia.
Cuando lo reconocemos ya no puede renovarse, se rompe la identificación con la presencia de nuestra consciencia.



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