"Cuándo pienso en mi mismo ¿ En qué pienso?"
Koan Zen
Voces solo voces se escuchaban entonces fuera de mi. Aquellas voces me
llamaban de forma determinada, y yo por mi parte lo único que podía hacer era
patear para que se callaran y no interrumpieran mi silencio profundo. Pero era
inútil, pensaba que estaba jugando con ellos. Era cálido y abrigador aquel
lugar dónde me encontraba, pero por alguna razón un día tuve la necesidad de
salir.
Y fue allí dónde vi la luz por primera vez, y vi a esos seres que me llamaban
de una forma determinada. Yo no sabia que pasaba, solamente me bañaba en llanto
mientras ella me acobijaba en sus brazos para yo poder conciliar mi sueño.
Poco
a poco fui entendiendo el rol de ellos y el mío, y me iba dando cuenta que
ellos ya tenían una vida decidida para mi; ¡mierda!...
Desde entonces vociferan esas voces en mi mente durante muchos años, esas voces
que caminaron mi mente condicionándome el por qué de las cosas.
Creer en un determinado dios, asistir a sus celebraciones cada domingo, comer
determinadas cosas, no decir ciertas palabras, no hacer ciertas acciones, y
todo aquello que siempre de algún modo termina condicionando nuestro espacio.
Crecer y entender que el único refugio es el socavón solitario cuya seguridad
es una chapa dorada, que me aísla de todo esperpento exterior. Aquel lugar invadido
tal vez por mi mente con tanto recuerdos, objetos inmemorables de una feliz
infancia donde la memoria, vislumbra ensoñadamente los pasajes de juego tan
anhelados que hoy extraño.
Y es que aún recuerdo cada lugar de mi primer socavón. Arrodillado en las
noches con las manos juntas y recitando frases como maquina miraba hacia el
cielo, hablaba solo como si alguien me escuchara… imploraba.
Bestias
oscuras que me observan en la fría noche mientras las mantas me tapaban de pies
a cabeza eran mi única defensa, pero entre ese miedo inocente mis ojos se
vencían y volvía la luz salvadora para sacarme de mi refugio y salir a observar
aquello que se era ajeno a mi; pero mientras más pasaba el tiempo más se
convertía en cotidiano.
Crecer y darte cuenta que el mundo en el que te enseñaron a vivir era una
mentira bien contada, una mentira para que fueras un hombre, para ser lo que
tus padres quieren que seas. Y cada noche en tus paredes darte cuenta con el
llanto como música que perfora cada parte de tu cuerpo, que es solo con tus
voces que puedes encontrar una posible verdad. No existe ama, solo un cuento
metafórico para equilibrar tus culpas ante un dios de sustantivo. Entender que
hay que aguantar día a día y esperar la oscuridad para entrar dentro de ti y
sentir el dolor que los demás no sienten, caminar entre tu cuerpo, entre tus
sueños y las madrugadas junto su manto onírico de la luz lunar, me invita a un
viaje estelar, son escapes a esta puta y cruda realidad. ¿realidad? Pero que
mierda es eso, si mientras me enseñaban que era la realidad vislumbre que no
existe, como tampoco existe aquel ser al cual me humillaba en las noches con
respuestas vacías y sombrías.
Claro miedo, eso es lo que las voces
externas y ajenas a mi comenzaron a crear pero la vida es otra cosa, miedo es
lo que la sociedad inculca, miedo a no ser quién puedas ser en esta sociedad
dónde por tener es lo que vales, o por creer te juzgan. Jugando en mi mente
como abogado de un juicio demente para condenar al miedo al olvido y por fin
poder ser libre de tanta atadura que he tenido que soportar. Ser arrebatado de
mi espacio, es lo que más me ha costado. Mientras mis ojos se desvanecían ante
una ceguera, los días se fueron haciendo crudos y ya no tenía las paredes de mi
socavón que me refugiaban de tan cruel y despiadada sociedad. Pero todo por lo
que he temido, contra lo que he luchado se ha vuelto contra mi, se ha vuelto mi
vida, mientras aprendía del amor al mismo tiempo me apuñalaba pero tercamente
seguía frente a el sin importar cuanto me desangrará. Poco a poco se desvanece
y mis días se convierten en nubes negras.
Pero
ya no hay refugio, ahora cualquier espacio que tenia mi morada era mi
resguardo, era mi cómplice temporal, mientras sentía el dolor existencial que me brindaba la mirada del arte, la música
que perforaba más mis heridas y me mortificaban más y más.
Pero hoy, mi mirada ha vuelto, mis ojos ya no se han enceguecido. Con un pedazo
en mi de otra persona, con una creencia y unas nuevas paredes, hoy recorro por
mi mente esas imágenes llenando lugares vacíos, momentos fríos y soledad. Con
una elección de vida puesta en mi fe.
Quitando
esas ataduras que tanto me mortificaron, hoy mi socavón, cómplice de todo lo
que a la luz de los demás puede ser letal, es y será ese anhelado lugar al que
deseo llegar y compartir con mi bella soledad. Para soñar despierto, para
entender lo que antes me era tan difícil comprender, y poder dormir en paz.
Esta tatuado, con gritos, gemidos, mujeres desnudas, placer carnal, y todas las
perversiones que solo el y yo podemos construir es nuestra cósmica realidad.
Dónde
la ciega razón ya no es la verdad sino mi socavón mental mis paredes y yo,
migramos hacia dónde hay libertad, este es mi comienzo hacia el nirvana.
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