El Ego
EL EGO: Nuestra cárcel mental
"La mayoría de las personas son otra gente. Sus pensamientos son opiniones de alguien más, sus
vidas una imitación, sus pasiones una cita." (Oscar Wilde)
"El ego es un iceberg. Fúndelo. Fúndelo en las profundidades
del amor para que desaparezca y tú pases a formar parte del océano." (Osho)
Actualmente son muchos los filósofos, artistas, escritores,
psicoterapeutas entre otros que hablan acerca del EGO. La definición más común
nos dice: que es la valoración excesiva de uno mismo, sin embargo el ego es
mucho más complejo de lo que parece. En el psicoanálisis es una parte
parcialmente consciente de la personalidad humana que rige los instintos, los
ideales del querer ser, y la realidad del mundo exterior.
La psicología humana es un compendio complejo de estructuras a
nivel mental y espiritual; sin embargo, en la actualidad se ha teorizado mucho
sobre la mente, lo cual ha desviado del verdadero sentido del ser de dicho
conocimiento. Muchas son las personas que dicen: “Yo no necesito un psicólogo, yo no estoy loco”, “Los psicólogos están
peor que uno, eso no sirve”; lastimosamente esto se debe al detrimento
social en el cual la sociedad se ha sumergido como ya en anteriores entradas se
ha mencionado.
Hemos desarrollado una patología, es decir una enfermedad
psicológica llamada ego, estando atrapados en una cárcel mental, enterrándose
en el deterioro de la misma.
Nuestro pensamiento se condiciona a diferentes tipos de contextos
sociales, culturales, familiares, que van formando en nosotros creencias
incorrectas, mediadas por la época. Un ejemplo para esclarecer el tema son los
mass media, debido a que ellos actualmente son mediadores de las opiniones de
las personas, ya no se busca crear una propia opinión fundamentada en la
experiencia de cada persona, simplemente se limita a repetir o generar una
opinión intervenida por terceros.
Esto conlleva, a que los individuos permanezcan perdidos en un
laberinto sin salida, dónde lo único que pueden hablar es de experiencias del
error, del dolor, del equivocarse, anquilosan sentimientos negativos, que
llevan a vivir del temor y a la espera
de un error para justificar dichos miedos. Las grandes metrópolis del hombre
moderno, llevan al vivir de la ansiedad , la depresión, angustia, infelicidad.
El ego se alimenta del encapsulamiento del las limitaciones mentales, “Yo soy
así” “Es lo que yo creo y no de otra manera”, no importa que dichas creencias o
experiencias estén haciendo metástasis en el interior, la disociación social,
la critica al prójimo son el diario vivir.
El ego es entonces, un montón de entidades mentales, o diferentes
tipos de “Yoes” que se van manifestando en nuestro diario vivir. Para comprobar
dichos estados, es de notar que cada persona es diferente a cada momento, con
el amigo se piensa una cosa, después con la familia se es otra persona, y así
sucesivamente se van manifestando dichas entidades o “Yoes” que representan
nuestros agregados psicológicos. Estas diferentes entidades tienen embutido y
atrapado el ser esencial, durmiendo nuestra conciencia y el verdadero
potencial. Estos agregados se manifiestan también como defectos o errores de
los cuales somos victimas y que de manera inconsciente aceptamos.
Existen, por ejemplo, muchos productos en el mercado de los cuales
el consumo de estos nos producen daños graves a nuestro organismo, sin embargo,
la sociedad conoce estos daños y siguen existiendo consumidores de manera
masiva y los se aceptan como propios.
Es un buen momento para reflexionar, y recapacitar, ¿Qué planeta estamos construyendo? ¿Quién realmente soy yo?. El ego es todo aquello que no
somos, nuestro verdadero ser no es nada de lo que nos identifica, todo lo que define
a cada ser es meramente exterior, y este camino es el que nos lleva a darle
sentido a la frase griega muy conocida pero bastante ignorada, hombre conócete
a ti mismo.
Todas estas palabras, todo este discurso, mucho más allá de ser un
mero simbolismo de frases que decodifica nuestro cerebro, es una realidad
palpable. Dice el Maestro Alejandro Jodorowsky, “No se puede cambiar al mundo,
pero hay que comenzar a cambiarlo”, entonces es a partir de la comprensión y
aceptación del ego que comenzamos el camino a restablecer el orden, y la armonía que merece cada ser humano para
llegar a una verdadera felicidad.